La parte de Dios y la parte del hombre.

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Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra. Marcos 4.26

 

La parte de Dios y la parte del hombre.

 

Jesús amplía el tema del crecimiento del reino de Dios mostrándonos cual es la parte de responsabilidad que le corresponde al hombre y cual le corresponde a El. 

 

Según el pasaje de Marcos 4.26 y 27 la primera responsabilidad del hombre es que puede y debe echar la semilla (sembrar la Palabra de Dios). Cuando el hecho de sembrar regularmente la semilla de la Palabra de Dios en las personas realmente sucede podemos empezar a soñar con participar del trabajo del reino de Dios. 

 

La segunda del hombre es descansar como parte de su rutina. La separación clara de nuestro tiempo de descanso regular nos brindara la renovación natural que nuestro cuerpo, mente y espíritu necesitan para realizar un trabajo serio, constante y a largo plazo. Este descanso simboliza confianza y dependencia de Dios en nuestra tarea.

 

La tercera consiste en ser constante en su tarea diaria. Muchas veces nuestros continuos cambios de trabajo en la obra del Señor solo encubren nuestra falta de constancia.

 

La cuarta es meter la hoz (cosechar). La cosecha marca el tiempo adecuado donde son necesarias formas directas de recoger el resultado de todo el trabajo realizado.

 

La parte de Dios consiste en que la semilla sembrada crezca y de el fruto esperado. (1ra Corintios 3.6)

«De suyo» (de sí mismo – automáticamente). «Lleva fruto» (crece la vida fuera de nuestra vista).

Esta es la capacidad de un organismo o especie de multiplicarse y reproducirse por sí mismo, a esto lo llamamos la «obra de Dios». Tenemos pues, la siembra, el descanso, la constancia y la cosecha como elementos de un proceso que según las palabras de Jesús ejemplifican el funcionamiento simple y natural del reino de Dios. En este cuadro Dios promete hacer su parte única de dar crecimiento.

 

Oración: Señor, quiero participar de tu reino, ayúdame a sembrar la semilla del evangelio, a depender de ti, a ser constante y a  cosechar en el tiempo adecuado el fruto que tu quieras dar.

 

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