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Misión Global I

Uno de los picos de tensión en una iglesia que decide vivir de acuerdo al propósito que Jesús nos mandó es decidir «que hace» frente a Hechos 1.8.

Deténgase y relea el primer párrafo para ver que dice «que hace» y no que piensa o que siente.

Veo habitualmente que Hechos 1.8 es uno de los versos más aceptados, más reconocidos como claro, y más inspiradores para proyectarnos en una visión mundial.

Pero paralelamente es un texto que no se practica en el 80 % de las iglesias del país.

Jesús es el líder religioso más claro que existió en cuanto a estrategia y planificación

De hecho, los líderes religiosos no son fuertes en este aspecto.
Ellos transmiten verdades, principios, convicciones y valores, pero normalmente no definen una estrategia para que esa doctrina se extienda y mucho menos planifican su alcance.

En la mayoría de los casos ese alcance se da sin una determinación propia por alcanzarlos.

Pero este no fue el caso de Jesús.
Él definió «Planes de Acción» o sea tareas que harían la diferencia.

También definió cuál sería la estrategia de «SU» iglesia

Siendo la estrategia y planificación un punto flojo de nuestras iglesias es bueno releer a Jesucristo y extraer conclusiones que nos arroja su definición de estrategia expuesta en Hechos 1.8.

La podemos llamar «Misión Global» ya que partiendo de un lugar incluye a todo el mundo

La escala es simple

Jerusalén = Nuestro barrio
Judea = Nuestra provincia
Samaria = Barrios más alejados
Hasta lo último = Países no-alcanzados.

Mucha agua ha corrido bajo el puente en el análisis de este verso por lo cual no pretendo incorporar ideas novedosas sobre él.

Pero deseo apuntar tres errores comunes en la interpretación de este versículo que sirven como vías de escape para realmente no terminar concretando completamente la estrategia que Jesús nos indica.

Parcial o Total

El verso muestra claramente que la estrategia puede ser tomada parcialmente o totalmente.
Ésta es la forma adoptada por la mayoría de las iglesias.

Sus elecciones parciales son:

1) Jerusalén.
2) Jerusalén y Judea.
3) Jerusalén, Judea y Samaria.
4) Jerusalén y lo último de la tierra.
5) Otras.

Desde el inicio de cualquier ministerio, pastorado o liderazgo, consciente o no, en el corazón de toda iglesia se define si Hechos 1.8 se toma parcialmente o totalmente.

Hay tiempo para ampliar este aspecto, pero por ahora alcanza con señalar que si tomamos una orden clara de nuestro jefe de manera parcial hay hechos que no podemos negar.

1) Somos ingenuos en esperar alcanzar la totalidad de su orden.
2) No estamos intentando hacer lo que Él nos mandó (Esto es falta de fe)
3) Hemos decidido modificar su estrategia de propósito y de alcance por otra (Humana)
4) No hay obediencia lisa y llana a sus palabras.

Por Etapas o Simultánea

Aquí se encuentra un gran porcentaje de Iglesias que han definido que Hechos 1.8 se realiza por etapas y no simultáneamente.

Cualquiera que lee (y es sincero) está conmigo en que en el 90% de los que piensan así después de años y décadas no han visto que se concreten las etapas siguientes al trabajo local.

Tres argumentos simples demuestran que Hechos 1.8 es una tarea que la iglesia está capacitada para desarrollar simultáneamente.

1) La primera Iglesia lo hizo.
2) Muchas iglesias lo practican.
3) En IBC lo estamos haciendo actualmente.

Siempre es posible estar «haciendo algo» simultáneamente como iglesia en las diferentes zonas que Jesús definió.

Extrema o Equilibrada

La falta de planificación produce comportamientos extremos donde se intenta tapar la falta de obediencia con eventos o prácticas que alivien nuestra conciencia cuando vemos que estamos lejos de la realidad que Jesús soñó en Hechos 1.8 para su iglesia.

El error aquí consiste en irnos a los extremos de decir «No hacemos misiones porque no podemos sostener un misionero» cuando lo que Dios espera es que cada iglesia haga su aporte a esta estrategia desde su realidad.

La iglesia sostiene todo tipo de misiones (recitales, asados, viajes, campamentos, retiros) pero se declara impotente justo ante la misión que Jesús le ordenó.

Pararse en el extremo que no podemos alcanzar para justificar nuestra posición si no es hipocresía es falta de seriedad.

El equilibrio consiste en incluir, en la medida de nuestra realidad, aquellos aspectos de la misión que Jesús nos encargó (Obra local, Plantar Iglesias, Enviar misioneros)

Cuando estos aspectos (en obediencia a Jesús) están incluidos, mas allá del grado de aporte que hagamos, comenzaremos a descubrir que Hechos 1.8 es posible y real hoy en nuestras iglesias.

Conclusión

Si podemos quitarnos el engaño de estos errores y empezar a mirar la misión que Jesús nos dejó en Hechos 1.8 como posible estaremos abriendo nuestros ojos al potencial que Jesús soñó para su iglesia.

Toda otra mirada será inferior.

La plenitud de Dios nos ha sido dada para alcanzar lo que Él soñó para su iglesia y no para alcanzar nuestros objetivos bajos y egoístas que no nos dejan mirar mas allá de las puertas de nuestras iglesias locales.

Cuando nosotros éramos aún 20 miembros asustados por el desafío de crecer Pedro Slachta nos visitó un día, nos dijo que lo que veíamos era solo el contorno de la Obra de Dios.

Nos desafió a creer que Dios nos podía mostrar mucho más de ese cuadro si mirábamos la Obra tal cual Jesús nos la mandó.

Y le hicimos caso.

Hoy después de 4 años Dios nos ha multiplicado por seis, nos extendió a través de las células a 8 barrios diferentes.

Nos está haciendo disfrutar la experiencia de Plantar nuestra primer iglesia hija en nuestra Judea.

Y nos provee para enviar un humilde pero seguro sostén a misioneros que van «hasta lo último de la tierra».

Cuando charlo con otros líderes ellos preguntan:
¿Cómo hicieron?
¿Cuál es el programa?
¿Cuál es el material? etc.

Desde lo más profundo de mi corazón creo personalmente que la decisión crucial de una iglesia es ¿qué va a hacer con Hechos 1.8?

Porque esto define si estas detrás de «tus sueños» o de aquello que «Jesús soñó».

En nuestra experiencia como iglesia cuando nos enrolamos en Hechos 1.8 (El potencial que Jesús soñó) descubrimos como Él despliega todo su poder y sabiduría para que «su iglesia» realice «su misión».

Supongo que es difícil soñar caminos de crecimiento para nuestras iglesias si no somos sumisos a las directivas de Jesús.

Mira Hechos 1.8 otra vez, no busques menos para tu iglesia, no te vas a arrepentir.

Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert.

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Luz, cámara, acción.

Luz, cámara, acción: ha llegado el momento de accionar.

En Juan 13.17 Jesús (siempre muy claro) dice a los que le siguen “ustedes saben estas cosas, pero serán felices cuando las hagan”.

Una vez más Jesús nos enseña que la vida cristiana no es solamente “estar de acuerdo con Él “.

La vida cristiana no es solamente “creer que lo que Él dice es cierto”.

La vida cristiana no es solamente “pensar como Él.

Y tampoco la vida cristiana es solamente “Sentir como Él”.

La vida cristiana es “Seguir los pasos de Él”

Por eso las palabras de Jesús a los que dicen ser cristianos es “Síganme” y reclama acciones.

Accionar significa hacer lo que Él hizo, seguir sus pasos

Para algunos significará bautizarse como Él lo hizo (Mateo 3.13-17).

Para otros será volverse miembros comprometidos que edifiquen la Iglesia como Él lo hizo (Mateo16.18).

Para otros será empezar a hacer discípulos como Él los hizo y nos mandó a hacerlos (Mateo 28.16-20).

Para otros será empezar a predicar el evangelio como Él lo hizo (Marcos 1.14-15).

Tengo la certeza de que cada persona sabe cuáles son los pasos que Jesús le está animando a dar en este momento de su vida.

Es hora de accionar…

¿COMO VAS A ACCIONAR?

Tito Robert (Pastor)

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Hechos Concretos

Cuando Nehemías asume el liderazgo para reconstruir el muro de Jerusalén, él define su tarea a través de una frase simple y concreta: «Yo la reedificaré» (Nehemías 2.5)

Me asombra como Nehemías asume el riesgo de la Obra que emprende.
Él podría decir «Voy a intentar», «Voy a ver qué puedo hacer», «Voy a ver en qué puedo ayudar».
Sin embargo, él decide poner delante de él y de los que lo escuchan un «Hecho concreto».

Esta decisión de definir concretamente cuál es su trabajo genera riesgos y ventajas.

Riesgos de esta decisión:

– No alcanzar la meta establecida.
– Tener que soportar la burla de los que esperaban que no se alcance el objetivo.
– Reconocer que no hemos sido capaces de lograr lo que nos propusimos.
– Perder el reconocimiento de los que trabajan con nosotros.

Ventajas de esta decisión:

– El líder y los que trabajan con él saben que quieren hacer exactamente.
– El «Hecho concreto» los desafía constantemente porque es un logro importante.
– La claridad del objetivo propuesto les permite medir si la obra avanza o no.
– Quedan al descubierto cuales tareas acercan al objetivo y cuales distraen.

En nuestra tarea como líderes de nuestras congregaciones necesitamos de la convicción de Nehemías para establecer en nuestro grupo de personas cual es el hecho concreto que queremos realizar para Dios.

Las cuatro ventajas de tomar este tipo de decisiones son suficientes para animarnos a guiar a nuestra gente a realizar «Hechos concretos» para Dios.

“HASTA QUE EL LÍDER NO TENGA LA CONVICCIÓN DEL HECHO CONCRETO QUE TIENE QUE REALIZAR Y SE LO TRANSMITA A LOS DEMÁS NINGUNA SITUACIÓN VA A CAMBIAR ALREDEDOR SUYO”

En el verso 12 del capítulo 2 Nehemías dice que «Ni había cabalgadura conmigo», lo que significa que no tenía mucho para empezar.

Los líderes que alcanzan Hechos concretos no necesitan muchos recursos para comenzar.

Lo que un líder necesita para comenzar es Fe, una visión de Dios en su corazón y un «Hecho concreto» que realizar.

Nehemías demuestra su claridad como líder al expresar en el verso 20 del capítulo 2 como piensa cambiar la situación actual.
Dios nos prosperará (Si no definimos «Hechos concretos» ¿en qué esperamos prosperar?)

Nos levantaremos (Si no cambiamos nuestras acciones y actitudes no lograremos nada)

y edificaremos (O sea realizaremos «Hechos concretos» que antes no se realizaban)

En el capítulo 6 y verso 9 Nehemías nos acerca tres motivos por las cuales los líderes y grupos de trabajo no alcanzan los «Hechos concretos» que desean.

1) La debilidad de nuestras manos 

Manos = Hacer.
No hacemos lo que deberíamos hacer y dedicamos nuestras manos a otras actividades.
Con el tiempo descubrimos que los «hechos que queríamos alcanzar» no se concretaron y que nuestras manos están ocupadas en otras cosas sin importancia (Satanás la tiene clara para hacernos caer en este tipo de distracciones)

2) No terminar lo que empezamos

Los argentinos somos especialistas en empezar bien, lo que nos cuesta es terminar lo que empezamos.
Por eso es que muy pocos líderes se animan a poner objetivos a largo plazo y prefieren las modas que van y vienen y mantienen entretenida la iglesia.
Realizar «Hechos concretos» requiere de perseverancia, paciencia y no bajar los brazos hasta ver la obra terminada sin sacar a relucir frases como «Dios me cambió la visión» o «Dios me mostró que ahora…» y dejamos los trabajos que iniciamos en su nombre a mitad del rio.
Esto puede ser un rasgo de irresponsabilidad en las tareas que iniciamos para Dios.

3) No dependemos de la fuerza de Dios

Nehemías dice «fortalece tú mis manos», mostrando que su voluntad está dispuesta al trabajo pero que sus fuerzas humanas necesitan de la fortaleza que solo Dios da a aquellos que emprenden desafíos concretos en su nombre.

El verso 15 del capítulo 6 es ejemplificador para nosotros como líderes:

Simplemente la Biblia dice «Fue terminado»
¿Son nuestros trabajos para Dios definidos de tal manera que sabemos si los hemos terminado?

Después dice «fue terminado, el muro», ellos tenían claro cuál era el «Hecho concreto» a alcanzar como pueblo en ese tiempo.
¿Son nuestros trabajos definidos de tal manera que todos los miembros saben lo que queremos hacer?

Sospecho que con la excusa de no poner «Hechos concretos» (metas claras) para nuestras iglesias muchos hemos (durante años) vagado sin alcanzar nada.

Creo que la realidad que indica que el 80 % de nuestras iglesias están sin crecer está íntimamente relacionada con nuestra falta de liderazgo en definir los «Hechos concretos» que nuestras iglesias tendrían que estar intentando alcanzar.

¿Pueden nuestros miembros decir con claridad qué es lo que nuestra iglesia quiere alcanzar este año?
Si no pueden definir lo que quieren lograr, no soñemos con que se pongan a trabajar.
Aquí es donde fallamos los líderes en no poner (como Nehemías lo hizo) delante de ellos un «Hecho concreto a alcanzar» que los desafíe y estimule a trabajar.

El verso termina diciendo que lo hizo «en cincuenta y dos días»
¿Son nuestros trabajos para Dios definidos en tiempo de tal manera que podemos medir nuestro desempeño?

Esto nos dice mucho de Nehemías.
Él le imprimió a su tarea un ritmo determinado.
En el capítulo 2 y verso 6 dice que él le señaló al Rey cuanto tiempo iba a tardar.
Esto significa que él no tuvo todo el tiempo del mundo, sino que estableció entre su gente un ritmo de trabajo para alcanzar este «Hecho concreto» en un tiempo determinado.

Aquí también (a veces) nos escapamos como líderes utilizando la frase de que «los tiempos son de Dios» (y esto es cierto).
Es tan cierto que «los tiempos son de Dios» como que la responsabilidad del ritmo de trabajo que se establece en nuestras iglesias es de nosotros los líderes.

Finalmente, el verso 16 del capítulo 6 nos dice los

Resultados que se producen cuando realizamos «Hechos concretos» para Dios:

1) Los enemigos temen.
2) El adversario es humillado.
3) Se da a conocer que Dios está realizando su obra.

«LO QUE HACEMOS (HECHOS CONCRETOS) DA A CONOCER A DIOS»

¿Cuáles serán los hechos concretos que Dios quiere realizar
a través de tu vida, tu célula o tu iglesia este año?

Cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de llevar a nuestras células e iglesias a alcanzar lo que Dios nos tiene preparado.
No olvide que cuando Dios quiso guardar escrito el crecimiento de su iglesia no permitió que se guarde en un libro llamado «Sentimientos».
Tampoco en un libro llamado «Pensamientos».
Él prefirió que quede grabado en un libro llamado «HECHOS».

Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert.

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La Misión III

Mi hija de ocho años ya sabía, aunque las palabras no las entendía, que fidelidad significaba «terminar lo que empezaba».

Cuando le pedí que barriera el patio de nuestra casa no necesitó explicaciones para comprender que ser fiel a lo que se esperaba de ella implicaba lograr el resultado esperado: ver nuestro patio limpio.

¿Qué tiene que ver el patio de mi casa con la misión?

Bueno, simplemente quería mostrarles que en las cosas más simples todos nosotros aplicamos el concepto de que ser fiel implica lograr lo que se espera de nosotros.

Lo mismo ocurre cuando un jefe envía a su empleado a despachar una carta, o le solicitamos una torta a nuestra esposa o ella nos confía el llevar a los hijos al médico.

En todos estos casos cotidianos es natural suponer que la fidelidad a estas tareas consiste en «terminarlas» y «alcanzar el resultado esperado» por el otro.

Pero mire usted qué paradoja, milagro, nublamiento de mente o no sé qué fenómeno extrasensorial nos sucede en la cabeza o corazón cuando hablamos de realizar la Misión que Jesús nos mandó en Hechos 1.8.

Muy pocos relacionan su fidelidad a Dios con «realizar o concretar estos mandatos» en sus congregaciones.

Jesús y Pablo les llamaban a los resultados concretos «frutos» que quiere decir «resultado de» o «producto de», mostrando que toda acción que se realiza finaliza con un resultado concreto a la vista de todos.

Al resultado concreto Jesús lo llamó producción de fruto y Él y Dios lo esperan de aquellos que son elegidos su pueblo 

«El reino de Dios será quitado de ustedes y será dado a gente que produzca los frutos de él» (Mateo21.43)

Mirando en primer lugar nuestras vidas, en segundo lugar, nuestra célula como grupo básico de comunidad cristiana y en tercer lugar nuestra iglesia como pueblo de Dios que unido se potencia para cumplir su misión, podemos advertir que los tres aspectos en que citamos nuestra fidelidad a Dios no siempre hemos incluido la productividad o sea el ver «resultados concretos», «hechos acordes», logros alcanzados».

Ideas perjudiciales en nuestra búsqueda de dar fruto para Dios y cumplir así nuestra misión:

1) Confundir Fidelidad con productividad.
2) Tener una idea equivocada de la Fidelidad.
3) Creer que Dios no espera nuestro fruto.
4) Suponer que Dios es más misericordioso que justo.
5) No animarnos a creer que Dios puede hacernos fructíferos.

Uno de los primeros pasos que debemos intentar dar en nuestra vida, nuestra célula y nuestra iglesia si queremos avanzar, es dejar de utilizar nuestra fidelidad a Dios como una careta para esconder nuestra falta de productividad.

No voy a llenar estos renglones con pasajes de Jesús sobre la importancia de dar fruto.

Prefiero contar como durante varios años me escondí en ser una persona fiel (antes tenía otro concepto de ser fiel) y viví muchos años participando de programas, reuniones y eventos que me distrajeron bastante tiempo.

Cuando debía pasar por los pasajes relacionados a nuestra producción de fruto personal, grupal y como iglesia quedaba sin respuestas.

Por ejemplo, cuando Jesús pregunta:
¿Para qué está consumiendo la tierra inútilmente?» Juan 13.7

Mi corazón comenzó a soñar con una vida diferente, fructífera en el aspecto personal, grupal y como líder de iglesia

Reflexioné mirándome a mí mismo en las palabras de Jesús cuando dice «Mira, hace tres años que vengo a buscar higos a esta higuera, pero nunca encuentro nada. Córtala” Juan 13.7

No tengo dudas de que mientras fui un cristiano que no daba fruto no estaba alcanzando el propósito de Dios para mi vida, no era un ejemplo para mi célula y menos podía guiar a una iglesia a dar fruto y producir la cosecha que Dios espera de ella.

Si no estamos pensando en los frutos que Dios espera de nuestra vida o somos poco serios o demasiado vivos.
Cualquiera de las dos opciones nos deja lejos de alcanzar lo que Dios quiere hacer a través de nuestras vidas.

La Misión que Dios tiene para su iglesia es la misma que tenía para Israel, y el verso de Mateo 21.43 demuestra que ellos fallaron en el aspecto crucial de producir «fruto» o sea resultados concretos a la vista de todos.
¿Y nosotros?

La misión está compuesta por un resultado a alcanzar entre las personas que nos rodean

Más allá de la buena conducta que los cristianos puedan alcanzar, de los frutos de actitudes que puedan expresar, de los resultados en sus acciones personales que logren.

Dios espera de los cristianos el fruto definido de la reproducción de sus vidas en otros por medio del trabajo sabio, el ejemplo comprometido y la expresión del poder de Dios en sus vidas.

Jesucristo buscó concretamente este resultado al unirse a 12 personas y en Marcos 3.14 se ve que su propósito final era hacer de ellos «hombres en Misión» cuando indica el «para que» los reunió.

Pablo buscaba lo mismo cuando se acercaba a las iglesias.Su propósito no se contentaba con la comunión y la adoración, él buscaba producir nuevas personas, resultados visibles del producto de su vida (Romanos 1.13)

Para algunos fidelidad significa decir que uno intentó y se esforzó por hacer lo que tenía que hacer.
Para todos nosotros en nuestros actos cotidianos fidelidad significa terminar nuestra tarea, lograr lo buscado, no abandonar hasta alcanzar.

Cada misión bíblica encierra el concepto de fidelidad de trabajar hasta que vemos hecho lo que queríamos hacer, trabajar hasta que vemos realizado lo que Dios nos pidió.
Para Noé era terminar el arca, para Moisés era liberar al pueblo, para Josué derribar el muro, para Nehemías edificar la pared, para Jesús ir a la cruz por nosotros y para su iglesia «ser testigos en nuestro barrio, en los barrios cercanos y hasta lo último de la tierra».

NUNCA DEBEMOS ESTAR SATISFECHOS CON NUESTRA ACTIVIDAD COMO PERSONAS, CÉLULAS O IGLESIAS SI ÉSTA NO NOS LLEVA A OBEDECER LOS MANDAMIENTOS DE JESÚS

Nada va a calmar a la Iglesia verdadera hasta verse a sí misma realizando la Misión que Jesús nos mandó.
Nada aliviará a un líder cristiano hasta ver concretados en su iglesia los trabajos que Jesús nos encargó.

La iglesia puede recuperar el sentido de fidelidad en ver como Dios produce lo que espera de nosotros, pero debemos incorporar las actitudes que nos llevarán a alcanzar resultados.
Debemos como Pablo dice en 2da Tesalonicenses 3.13 «No cansarnos de hacer lo que debemos hacer».
O como el protagonista de la parábola de la oveja perdida que no dijo «Yo fui fiel, la busqué» sino que «la buscó, hasta encontrarla» (resultado).
O como pedro en Lucas 5 que no dijo «yo fui fiel, ya trabajé toda la noche» sino que dijo «en tu nombre iremos nuevamente» y logró los resultados que hasta ahí no había visto.

Todos nosotros hemos luchado por ver nuestras iglesias crecer.
Hace poco una persona que se estaba por dar por vencida viendo como uno de sus sueños más preciados se venía abajo preguntó: ¿a vos te parece que vale la pena luchar?
Alguien contestó: Siempre la pelea que vale la pena luchar es la que está delante nuestro.

Dios ha puesto delante nuestro el desafío de ser gente que produce fruto.
Él ha prometido «dar crecimiento» y nos impulsa con una misión clara (Marcos 16.15 y Mateo 28.18-20) y una estrategia simple (Hechos 1.8)

Todo aquel que quiera obedecer y creerle a Dios descubrirá su poder.
Nosotros lo estamos haciendo y Él está respondiendo.

¿Por qué no lo intenta?

Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert.

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La Misión II

Cuando nuestro Señor Jesucristo dijo «Ustedes me serán testigos en Jerusalén (su ciudad), en Judea (su provincia), en Samaria (otras ciudades alejadas) y hasta lo último de la tierra (pueblos no alcanzados)» estaba realizando una declaración de la misión para el grupo de personas que Él lideraba.

Es interesante notar que mientras en el mundo secular se reconoce cada vez más a Jesús como un ejemplo de liderazgo ejemplar, no en todas nuestras iglesias se da este reconocimiento.

Esto se ve claramente en que reconocemos a Jesús como autor de nuestra Salvación y Señor de nuestras vidas en muchos aspectos.
Pero cuando como líderes debemos transmitir a las iglesias que Él nos ha dado cuál es la misión que Él nos encargó, hemos adoptado otras prioridades.
Hemos incluido nuestros propios deseos y lo que es más grave, hemos puesto a un costado la declaración de misión que de manera tan simple Jesús nos ha transmitido.

Esto no tiene que ser un motivo para que nos serruchemos las venas, ya que no somos ni el primer equipo de trabajo que se desorienta acerca de cuál es verdaderamente su propósito, ni el primer barco que pierde el rumbo en altamar, pero tendría que servirnos para pensar.

Tratar de identificar porque muchas veces sentimos y experimentamos que no alcanzamos el potencial que Dios espera de nosotros, como su equipo aquí en la tierra, y podría ayudarnos a enderezar nuestro barco y colocarlo rumbo al puerto que Jesús nos indicó en Hechos 1.8

Según Bennis y Nanus sugieren: «Si hay una chispa de genio en la función del liderazgo, esta se encuentra en la capacidad trascendente (dada por Dios) para armar una visión claramente articulada del futuro (La Misión) que sea a la vez simple, fácil de comprender, alcanzable y motivadora» (1)

Declaración de la misión por Jesús en Hechos 1.8

Delineó la misión de la Iglesia de tal manera que el evangelio se extienda desde el punto donde se encuentra cada iglesia hasta lo último de la tierra.

La visión que Él nos dejó define claramente nuestro futuro como Iglesia en varios aspectos:

En nuestro barrio

Nuestro testimonio (ser testigos) debe ser claro y creciente en nuestro lugar (Nuestra Jerusalén).
Las células fuera del edificio (hogares) son la herramienta adecuada para acercarnos a cada vecino, alcanzar a los perdidos para Cristo y conservar los resultados a través del discipulado personal y el cuidado de «unos a otros» en grupos pequeños.

En los barrios a nuestro alrededor

Nuestro testimonio naturalmente irá alcanzando personas fuera de nuestro barrio, en barrios donde no hay una iglesia cristiana.
El hecho de dar testimonio (ser testigos) continuamente nos llevará (o veces intencionalmente y otras no) a alcanzar personas fuera de nuestro barrio.

Esto es porque no siempre sabemos dónde vive la persona a quien estamos testificando y otras veces porque nuestras relaciones o contactos se encuentran fuera del barrio de nuestra iglesia.
Esto está dentro del plan natural de Jesús para extender su Obra.

Tal vez lo que nos falta es reconocer que este es un medio por el cual Dios permite que su obra penetre en otros barrios.
Asumir nuestra responsabilidad por conservar esos resultados fuera de nuestro barrio, invertir líderes de célula que se muevan a iniciar células en esos barrios hasta formar grupos base de 20 o 30 adultos y plantar iglesias locales.

A esto le llamamos Plantar iglesias de manera natural a través del crecimiento de las células.
Estaremos en este punto logrando lo que Jesús esperaba de nosotros cuando dijo «En Judea y Samaria.

Hasta lo último de la tierra

Algunas iglesias (20% a 40% del total, depende la denominación) están dando el ejemplo de que el mandato de Jesús de «Ir hasta lo último de la tierra» no solo es posible, sino que es el camino que cada iglesia puede seguir para hacer su aporte obediente a la Misión en esta etapa.

Para alcanzar esta etapa se necesita visión, obediencia y determinación.
Cada pastor o líder es responsable de no recortar la Misión que Jesús nos dejó.

El argumento de que esta etapa es nuestra responsabilidad recién cuando hemos completado las anteriores es un engaño de Satanás para mantener a el mayor porcentaje de las iglesias de nuestro país con la mirada puesta en su propio ombligo.

Cualquier iglesia que se desafíe a si misma a obedecer a Jesús y hacer realidad esta tercera etapa descubrirá que Dios es fiel a aquellos que son fieles a la Misión Global que Jesucristo nos trazó.

En nuestra experiencia, la Conferencia Misionera Anual ha sido la herramienta que nos ha servido para desafiar y concretar de una manera práctica el realizar nuestro aporte al sostén de misioneros que lleguen «hasta lo último de la tierra».

Conclusión

Hay algunas ideas que pueden ayudarnos a intentar trabajar de acuerdo a la Misión que Jesús nos mandó.

La Misión fue realizada

La iglesia primitiva (vea el libro de Hechos), concretó en su tiempo esta misión.
Trabajó en ocasiones intencionalmente (Hechos 13) y en otras Dios la tuvo que mover (Hechos 8).
Todos sabemos que sus resultados fueron asombrosos.
Su primer ejemplo debería guiarnos por lo menos a intentarlo.

La Misión es posible

Muchas iglesias están demostrando en el presente que Dios ha dado a la iglesia el potencial necesario para realizar esta Misión.
Pensar en menos puede indicar desconfianza en Dios, egoísmo o estar priorizando nuestros planes antes que los de Dios.

La Misión es simultánea

La iglesia de Jesucristo está preparada para trabajar en:

a) El crecimiento de la iglesia local.
b) Plantar nuevas iglesias.
c) Enviar Misioneros hasta lo último de la tierra de manera simultánea, si no fuera así Jesús no nos hubiera dicho las palabras en las que estamos meditando.

Creo que ninguno de nosotros cree que Jesús nos mandó a hacer algo que estaba fuera de nuestras posibilidades.

La Misión trae bendición

Como ocurre con todo acto de obediencia, éste genera bendición.

Pero cada iglesia deberá tomar sus propias decisiones de fe, como dice Rick Warren «uno puede delegar todas las cosas menos una, creerle a Dios.» (2)

Cada iglesia deberá decidir si se arremanga para trabajar de acuerdo a la Misión que Jesús nos dejó o decide otro camino.

En nuestra propia experiencia de crecimiento creemos que haber decidido desde un primer momento intentar trabajar de acuerdo a sus palabras es una razón por la cual él nos permitió ver su poder.
Justamente el año en que nosotros concretamos nuestro accionar en los tres campos (Trabajar para el Crecimiento Local, Trabajar para Plantar iglesias y Trabajar para Enviar Misioneros) Dios nos bendijo con más de 50 nuevos miembros, alcanzando una membresia que nuestra iglesia nunca tuvo en su historia.

A este hecho lo podemos definir de dos maneras: Casualidad o Bendición como resultado de la Obediencia.

¿Usted qué cree?

Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert

Notas: (1) Buchholz, Como crear un equipo de alto rendimiento, Atlántida, Buenos Aires, 1987 (2) Rick Waren, Liderazgo Auténtico, Articulo.

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La Misión I

“Descubrimos que TODO EL TIEMPO nuestra verdadera misión ha sido proclamar el evangelio del Señor crucificado y resucitado, Jesucristo»

Ese reconocimiento de Kenneth Grubb cercano al año 1920 es uno de los aspectos que abre una ventana de esperanza para todos los que soñamos y trabajamos por ver a nuestras iglesias desarrollarse hacia un sano y vigoroso crecimiento.

Este reconocimiento responde a las agudas palabras de Roland Allen, quien en su Libro «La expansión espontánea de la iglesia» (1) describe los motivos que han detenido la expansión natural del cuerpo de Cristo.

Tal vez la razón de más peso para entender la diferente naturaleza de nuestras iglesias tiene su centro en la concepción que tenemos de cual es «la misión» que se nos ha encargado.

La idea de cuál es «la misión» afecta cada rincón de la iglesia de Cristo

El cristiano común determinará su estilo de vida de acuerdo a la idea que él tenga de «cuál es su misión en la tierra».
Cada grupo de la iglesia (células u otros) decidirán sus acciones de acuerdo a la imagen que tengan de «la misión».
Las comisiones y actividades utilizarán recursos y tomarán decisiones teniendo en cuenta «la importancia de la misión».

La iglesia entera se va a dirigir consciente o inconscientemente a colocar todas sus fuerzas, recursos humanos y materiales, tiempo, etc. en aquello que su gente sienta, palpe y crea que es «la misión» que Jesús nos dejó.

Una de las tristezas más grandes de la Obra es ver como uno tras otro la mayoría de nuestros intentos comienzan como MEDIOS para cumplir la misión, pero terminan siendo FINES que absorben nuestras fuerzas, recursos materiales y humanos y tiempo.

Sin darnos cuenta algunos, y otros por conveniencia, podemos terminar haciendo de aquello que era un medio, un fin.
La conclusión para muchos de nuestros emprendimientos es que una vez más «la misión» que Jesús nos encomendara ha quedado a un costado.

Algunos ejemplos (simples y complejos) bajan a mi cabeza:

El miembro común que mejor evangeliza personalmente en la iglesia y gana personas para Cristo por mes es un MEDIO eficaz para cumplir «la misión»

Entonces se lo coloca como Director de evangelismo de la iglesia y pasa a usar su tiempo en reuniones, tareas administrativas, organizar campañas, etc.
Su trabajo ahora no es un MEDIO, es un FIN en sí mismo.

Tan atareado está con todas sus nuevas responsabilidades que ya no gana personas para Cristo cada mes.

Sin darse cuenta este miembro ha puesto «la misión de Jesús» a un costado.

La célula que se abre con el propósito de compartir el evangelio al perdido es un MEDIO eficaz para cumplir «la misión»

Pero la comunión es tan linda, nos hace sentir tan bien, estamos tan cómodos unos con otros, que la célula se vuelve un FIN, sentimos que así estamos bien.

Tan bien están que pasan los meses sin que ningún perdido conozca a Cristo.
Sin darse cuenta los miembros de la célula han puesto «la misión de Jesús» a un costado.

La iglesia comienza a utilizar diversos MEDIOS (mucha música, diversas formas de adorar, servicios comunitarios, actividades recreativas, eventos, nuevas enseñanzas, etc.) como parte de su vida a fin de acercar al perdido a la salvación eterna.

Pero en un sutil pero firme movimiento comienza a colocar estos MEDIOS como FINES PROPIOS de sus congregaciones.

Cuando uno pregunta si esos MEDIOS están (después de una evaluación) ayudando a cumplir «la misión» se descubre que no hay evaluación y en muchos casos no se alcanza al perdido.

Pero «misteriosamente» estos MEDIOS han pasado a ocupar gran parte de la vida, los recursos, el tiempo y las fuerzas de los miembros de la iglesia.
Es más, hasta algunos ven como «fuera de moda» a aquellos que no aceptan estos nuevos medios.
A ellos con todo amor quiero decirles que la moda de Jesús era «BUSCAR Y SALVAR AL PERDIDO» (Lucas 19.10) y «HACER DISCÍPULOS» (Mateo 28.18-20).

El único que está fuera de moda es el que no está viviendo estos valores diariamente.

Sin darse cuenta la iglesia ha puesto «la misión de Jesús» a un costado

El ministerio paraeclesiástico que se inicia como un MEDIO para realizar un aporte a «la misión» y que después de varios años se encuentra gastando la mayoría de su tiempo, energía y recursos en mantener (económicamente) ese ministerio porque en muchos casos se ha vuelto NUESTRO SOSTÉN.

Ha transformado el MEDIO en un FIN.

Sin darse cuenta el ministerio paraeclesiástico ha puesto «la misión de Jesús» a un costado.

Podríamos seguir viendo como organizaciones, eventos, edificios, etc. se han vuelto FINES EN SI MISMOS y han dejado de ser MEDIOS para cumplir «la misión».

Damos gracias a Dios por todos los miembros, células, iglesias y ministerios paraeclesiásticos que se mantienen siendo MEDIOS para cumplir «la misión».
Ante ellos debemos sacarnos el sombrero ya que son los que se mantienen fieles a lo que Jesús nos ordenó hacer.

Tal vez sea por este grave peligro que Jesús mismo les repetía a sus seguidores (creo que también se lo repetía a él mismo como líder) cual era «la misión».

Ya sabemos que uno de los motivos más comunes que han llevado a la Iglesia a fallar es «Confundir los objetivos».
Lo que quiere decir que confundimos «la misión”, «el motivo por el cual estamos aquí», «el propósito por el cual Dios nos mantiene en la tierra», «la razón por la cual Jesús sufrió la cruz».

Un líder debe recordar continuamente cual es «la misión» del grupo que lidera.

De lo contrario sin darse cuenta y hasta con buena intención puede estar tergiversando la verdad que proclama, confundiendo a sus seguidores y guiando a sus grupos a cambiar sus prioridades y objetivos.

Debemos como Jesús repetir y repetirnos a nosotros mismos «Porque para esto he venido» Marcos 1.38

Mas de 10 veces Jesús declaró cual era «su misión» aquí en la tierra.

La claridad para comprender cuál era «la misión» le sirvió para construir la iglesia mas grande del mundo.

Si nosotros queremos continuar edificando su iglesia deberemos:

1) Empaparnos de su claridad.
2) Poner EN SU LUGAR a aquello que ha usurpado en nuestra vida, nuestra célula o nuestra iglesia el lugar de «la misión».
3) Vivir «la misión» a diario en nuestra vida, nuestra célula y nuestra iglesia.

Si así seguimos el ejemplo de Jesús seguramente se cumplirán en nuestras vidas, en nuestras células y en nuestras iglesias las palabras que él nos dejó.

«El que en mi cree, las obras que yo hago él las hará también; y aún mayores que estas hará» Juan 14.12

Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert

Notas: (1) Roland Allen, La Expansión espontánea de la iglesia, La Aurora, Buenos Aires, 1970

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¿Por qué fallan los equipos?

Charles Garfield describe su experiencia como programador de computadoras en el equipo de Grumman Aerospace, cuya tarea consistía en diseñar y armar el Modulo Lunar de la Misión Apollo II, la primera nave que aterrizaría en la LUNA.

Él dijo «A medida que avanzaba el trabajo empezó a ocurrir algo extraordinario.

Hombres y mujeres que habían sido simples empleados empezaron a ser súper-efectivos y pasaron a hacer el mejor trabajo de sus vidas.

El equipo que medía el rendimiento de los equipos que eran parte del proyecto determinó que los equipos trabajaron un 50 % mejor que como lo hacían habitualmente.

¿Quiere saber por qué rendimos tanto?

Porque la gente ha soñado ir a la luna durante miles de años, pero nosotros vamos a hacerlo».

Hace muchos años un hombre-Dios llamado Jesús tomó a 12 hombres simples y construyó con ellos el mejor equipo de todos los tiempos.
Él capturó el deseo de miles de hombres de encontrar una vida con propósito y encaró el mayor proyecto iniciado en esta tierra.
Él lo dijo de esta manera «Yo edificaré mi iglesia».

Aquel equipo de hombres respondió con creces, estuvo a la altura de su líder, funcionaron y rindieron con la ayuda de Dios de tal manera que saturaron su mundo del evangelio, vieron sus iglesias crecer y plantaron iglesias en todo el mundo conocido.

Ellos reconocieron que el sueño de Dios para los hombres, la vida eterna de las almas, la liberación del poder pecado y la vida abundante para cada ser humano dependía de Dios en primer lugar y de como ellos responderían al desafío de ser un equipo para Dios.

La Biblia relata los HECHOS de aquel primer equipo de Dios: ellos se enfocaron en el deseo de Dios, unos a otros se dijeron: «Nosotros vamos a hacerlo» y LO HICIERON.

Su trabajo en conjunto con Dios llevó a la iglesia al crecimiento en calidad y cantidad según lo afirma Hechos 16.5

Han pasado más de 2000 años y vemos hoy infinidad de equipos (iglesias) de Dios intentando alcanzar los mismos objetivos de aquel grupo.
Con muchos mas recursos que ellos nos encontramos luchando por ver lo que ellos vieron y la realidad muchas veces nos golpea en la cara…

Hemos llegado a este punto para preguntarnos

¿Por qué fallan los equipos?

La Obra de Harvey Robbins y Michael Finley «Porque fallan los equipos» nos ayuda descubrir cuatro razones por las cuales los equipos no alcanzan el propósito para el cual fueron creados.

Es interesante reflexionar sobre estas razones porque pueden ayudarnos a llevar a nuestros equipos (iglesias) a poder alcanzar el propósito para el cual Jesús nos llamó.

La primera razón por la cual fallan los equipos es que

Los equipos confunden sus objetivos

Nada más lejos de la realidad de nuestras iglesias.

Haga una encuesta entre sus miembros preguntando ¿Cuál cree usted que es el objetivo de nuestra iglesia?
Seguramente podrá sacar jugosas conclusiones que le ayudarán a conocer porque las iglesias no crecen.

Si nosotros miramos nuestras reuniones, a que cosas le damos prioridad, en que invertimos las mayores sumas de dinero, de que habla nuestra gente y en que gasta su tiempo iremos descubriendo los objetivos de nuestras iglesias.

Si la iglesia (aunque sea obvio recalquemos que fue creada por Jesús) se desenfoca de cumplir los propósitos que Jesús le encargó claramente en Mateo 28.18-20 y Marcos 16.15 en el marco amplio de Hechos 1.8 evidentemente no podrá alcanzar el objetivo para el cual fue creada.

Seguro estaba Jesús que detrás de él vendrían líderes con «sus propios objetivos» para SU iglesia, con «sus propias misiones» a cumplir y con sus «humanos propósitos» como para dejar en nuestras manos la declaración de cuáles serían los propósitos de SU IGLESIA.

Por eso los dijo con claridad y no nos ha dado libertad para sustituirlos.
Si la iglesia quiere ser el equipo que Dios necesita deberá alejarse de la confusión, volver a las sanas palabras de Jesús y simplemente en su poder obedecerlas.

La segunda razón por la cual fallan los equipos es que

Los líderes no dan el ejemplo

Jesús sabia de esta razón, por eso antes de perseguir cualquier otra forma de convencer, transmitir, estimular y desafiar a sus discípulos eligió ser un ejemplo.

Una de las realidades más crudas de nuestras iglesias es que ellas crecerían si tan solo sus líderes llevaran a cabo los mandatos de Jesús de predicar y hacer discípulos.
Pero esta no es la realidad.

El entusiasmo de realizar estas tareas (encomendadas por Jesús mismo) se pasa rápido y los líderes pasan a realizar tareas de dirección, administración, asesoría, etc., etc., etc., y abandonan estos mandatos sin darse cuenta de que todos los miembros están mirando.

El problema crítico de nuestras iglesias en algunos casos pasa por el ejemplo de sus líderes.

El miembro de la iglesia mira el estilo de vida de «los líderes de la iglesia» y no los ve obedecer a Jesús en sus dos mandamientos más claros, en algunos casos NUNCA LOS VE GANAR UNA PERSONA PARA CRISTO.
El mensaje de estos líderes está claro: «Yo no soy responsable de ganar al perdido»

Es necesario que cada uno de nosotros los pastores volvamos a ser líderes como Jesús lo fue 

No un liderazgo de púlpito, sino un liderazgo que lleve en el mismo las marcas del servicio al prójimo y la obediencia a las palabras de Jesús.

Solo guarde en su corazón el ínfimo detalle de que Jesús siendo el líder de iglesia más grande de todos los tiempos no hacía la mayoría de las cosas que nosotros hacemos como líderes.

Pero hubo una cosa que Él no dejó de hacer en ningún momento: Ser un ejemplo de los dos mandatos que al final de su ministerio dejaría a sus discípulos.

Si la iglesia quiere ser el equipo que Dios necesita sus líderes deberán volver a sus raíces y ser ejemplo de obediencia a lo que Jesús nos mandó, empezando por nosotros los pastores.

La tercera razón por la cual fallan los equipos es que

Las acciones que marcan la diferencia no se realizan ni se evalúan

Para entender esta razón imagine un equipo de básquet donde sus jugadores se pasan la pelota contantemente de manera excepcional, levantan a la tribuna con sus genialidades, hacen gritar a las multitudes por su excelente manejo, pero NUNCA ANOTAN UN TANTO.

Bueno, nosotros como iglesias podemos parecernos en mucho a este tipo de equipo.

Debemos aprender que estamos en el mundo con una tarea que realizar, con acciones a obedecer que marcan la diferencia entre la vida y la muerte de las personas que nos rodean.

Cualquier técnico resaltaría inmediatamente a su equipo que «el show» está perfecto, pero que ese no es el camino que los lleva a alcanzar su propósito como equipo.

¿Sabe usted cuáles son las tareas que hacen la diferencia en una iglesia?
¿Tiene claro la iglesia lo que Jesús nos mandó hacer?

Si la iglesia quiere ser el equipo que Dios necesita deberá reconocer cuales son las acciones que hacen la diferencia y evaluar constantemente si las está llevando a cabo, lo contrario a esto es falta de seriedad.

La cuarta razón por la cual fallan los equipos es que

Los líderes no toman decisiones para cambiar el rumbo

Todo equipo ha elegido su capitán, su líder, su jefe.
Ellos están ahí para guiar.

Cuando un equipo no alcanza sus propósitos el líder debe tomar el timón y manejar, ésa es su responsabilidad, puede acertar o puede fallar, pero no puede eludir la responsabilidad de intentar cambiar el rumbo de su equipo.

Cuando los líderes no asumen este rol de cambio en sus iglesias el equipo lo siente, lo sabe y lo acepta.
Solo resta dejar que el tiempo pase para que todo el equipo una vez más no alcance los propósitos que había soñado.

La Iglesia necesita que usted como líder asuma su responsabilidad, no de las tareas solamente, no de los mensajes solamente, no de las visitas solamente, sino del rumbo que su iglesia tiene.

Dios quiere usarlo a usted para que su equipo (iglesia) alcance los propósitos que Él tiene para ella.
Busque como cambiar de rumbo, no descanse hasta encontrarlo, persevere hasta que su equipo (iglesia) vea las mismas cosas que la primera iglesia vio.
Lo disfrutará.

¿Se acuerda del ejemplo de la Luna?

Bueno, todas las iglesias de este país sueñan con crecer, es hora que digamos como aquellos hombres, muchas personas lo han soñado, pero «Nosotros vamos a hacerlo»

Si usted está dispuesto, le tengo una excelente noticia: Dios también.

Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert.

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Las tres posiciones de un Grupo

¡Me encanta el fútbol!!!

Antes lo jugaba, pero de un tiempo a esta parte juegan conmigo, por lo tanto, pase a mirarlo y comentarlo lo cual me trae menos razones para sentirme mal.

Me gusta ver como la posición que adoptan los equipos generalmente determinan el resultado que ellos consiguen.
Ni hablar cuando un equipo chico se para en la cancha de Boca o River como si fuera un grande y jugándole de igual a igual le pinta la cara y obtiene un triunfo.

Cuando leo que la mayoría de las iglesias no supera los 100 miembros y que después de muchos años aprenden a ver esto como normal me cuestiono nuestra posición en la cancha.
¿Qué posición está asumiendo su equipo (iglesia) hoy?

Los futboleros hablan de «dónde se planta su equipo», se refieren a esto diciendo que «antes de empezar a jugar» el equipo ha decidido qué posición tomará en la cancha.
Según estos futboleros algunos equipos se plantan en defensa, otros en mitad de cancha y otros en ataque.

¿Será una coincidencia que los últimos campeonatos han sido ganados por equipos que se plantan en ataque? Creo que no.
A esta altura usted se estará preguntando si abrió bien el email, ¿no era esto sobre la iglesia y el crecimiento?

Usted tiene razón, ahora veré como me las arreglo para relacionar esto con nuestras iglesias.

Nuestra experiencia nos ha mostrado al mirar el funcionamiento de las células que todos los grupos conscientes o no adoptan una de estas tres posiciones y (oh casualidad) estas posiciones en la mayoría de los casos definen sus logros.

Las tres posiciones de un Grupo son:

Grupos (Células o Iglesias) que se plantan en defensa

Estos grupos pasan su tiempo mirando como los van a atacar, ellos ocupan sus horas explicando las razones por las cuales no atacan.

Por supuesto están más propensos a recibir un gol en contra que a hacer uno ellos.
Su ánimo es de POCA ESPERANZA.
Ellos se conforman con que el partido (el año o la vida) pase.

Generalmente reciben pocos goles en contra porque han aprendido a defenderse, pero se han olvidado de cómo se grita un gol, (o un bautismo o una conversión) como se festeja un triunfo (ver su iglesia crecer) y ni hablar de cómo se celebra un campeonato (Duplicar su Iglesia)

La estima es generalmente baja, la consigna es NO PERDER y estos equipos termina festejando el hecho de que NADA HA PASADO (Ni goles a favor ni goles en contra)

Así se nos van los partidos (años de vida de iglesia) dejándonos la inquietud de ¿Para qué habrá querido Dios formar un equipo con nosotros si nunca podemos disfrutar un triunfo?

Grupos (Células o Iglesias) que se plantan en el mediocampo

La marca de estos grupos es la AMBIGUEDAD.

Su tiempo lo utilizan hablando de si habrán hecho bien en avanzar o si han hecho mal en desproteger la defensa.
Lo cierto es que para esta posición no se necesita mucha fe, se demuestra la poca ambición (que si es sana es necesaria) para ir a buscar lo que se quiere alcanzar.

La comodidad va ganando lugar en esta posición cada vez mas y si bien parecen equilibrados su actitud encierra la POCA ESPERANZA y la FALTA DE FE.

Es muy probable que tenga tantas derrotas como triunfos y que ese equilibrio sea usado por momentos para alabarse (triunfos) y en otros momentos para justificarse (derrotas).
La inquietud de ellos es ¿Podremos nosotros alcanzar algo más que triunfos?
¿Querrá Dios hacer con nosotros cosas MÁS IMPORTANTES?

Grupos (Células o Iglesias) que se plantan en ataque

Estos equipos esperan GANAR.

Ellos salen a hacer su parte decididamente, saben que pueden ser superados, pero eso no les cambia la actitud.

Tienen el arco de enfrente entre sus ojos, para ellos, goles (personas) son amores, lo busca, lo intentan y generalmente lo logran.
Ellos se pierden goles muy seguido (personas que no aceptan) pero no se rinden, para detectarlos escúchelos, siempre están hablando de situaciones perdidas o de goles (personas alcanzadas) concretados.

Su ánimo es alto, sus sueños superan los partidos, planean ganar campeonatos cada año.
Se animan unos a otros a jugar bien porque saben que de eso dependen los triunfos.
Gritan goles, sufren los que les hacen a ellos, no se desaniman, se entregan a muerte, juegan hasta el final y salen de la cancha con la frente alta.

A esos equipos da gusto verlos.
Por eso seguiré mirando futbol y sacando conclusiones.

Mientras lo hago miraré de reojo a mi célula y a mi iglesia, que son equipos donde juego cada semana y me preguntaré sinceramente con ellos ¿Cuál es nuestra posición?

La intención no es hacer Tabla de posiciones de células e iglesias y ver quién sale campeón.
La intención es que a fin de año TODOS ESTEMOS FESTEJANDO.

Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert.

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Engranajes principales

¿Recuerda la última vez que su auto no arrancó? Seguramente algún engranaje se rompió, o no funcionaba correctamente.

En nuestro caminar como Iglesia descubrimos que hay tres engranajes principales que hacen al buen andar e incluso nos han llevado a terrenos que nunca habíamos conocido antes.

Hemos aprendido a reconocerlos, cuidarlos, desarrollarlos y priorizarlos.

Es bueno para los que tenemos a la iglesia como uno de nuestros valores poder determinar cuáles son aquellos engranajes que no pueden faltar y así avanzar armoniosamente hacia nuevos caminos que la lleven a horizontes nunca conocidos.

Una iglesia de células en crecimiento está sostenida por el ensamble de tres engranajes

Estos engranajes unidos y aceitados proveen a la iglesia de los momentos adecuados para que la iglesia contenga, desarrolle y libere a la totalidad de sus miembros para hacer la Obra.

Estos tres engranajes son:

Las células

Son la principal forma de expresión del cuerpo de Cristo HACIA LAS PERSONAS en nuestra iglesia.
En ellas CADA MIEMBRO es indispensable, único, necesario y valorado.
Los ministerios son desarrollados en ellas de una manera personal, informal, sin atentar contra nuestro ego, de manera simple y efectiva, cara a cara.

Eso sí es ministerio (servicio), nos confundimos cuando hablando de ministerio nos referimos a comisiones, reuniones y discusiones.
Jesús realizó MINISTERIO PURO sin tener una sola reunión, sin nombrar comisiones y dedicando poco o nada de tiempo a discutir.

La célula es el lugar apropiado para liberar de cada miembro para HACER EL MINISTERIO.

El Culto

El culto es el momento de mayor expresión de la iglesia HACIA DIOS.
En el culto adquirimos el sentido de trascendencia que como pueblo suyo tenemos.

Le adoramos de todas las formas posibles, lo reconocemos, lo predicamos y escuchamos su Palabra.
Es el momento de equilibrio entre nuestra entrega a las personas y nuestra entrega a Dios.

Sin el momento de celebrar juntos lo que Dios hace a través de la iglesia nuestro ministerio en las células quedaría amputado.
Sin las células como forma de MINISTERIO A LAS PERSONAS el Culto sería una expresión vacía, sin amor, con hipocresía, ya que no incluiría la infaltable entrega de amor por el prójimo.

El entrenamiento (de Líderes de Células)

Es el momento único HACIA LAS COLUMNAS DE LA IGLESIA donde realizamos la contención, el desarrollo y la evaluación de las personas que forman la base de una iglesia de células.

Hace ya cuatro años nos «despedimos» de pensar que la columna donde descansaba la iglesia era el pastor y confiamos el cuidado de las personas a los Líderes de Célula.
En vez de tener una gran Columna donde todo se sostiene tenemos muchas columnas (cada vez más) que van ampliando la base del edificio para que se pueda contener cada vez más personas.

Estos líderes han respondido con responsabilidad y coraje a la tarea que se les asignó.
El entrenamiento intenta proveerles semanalmente lo que ellos necesitan para realizar bien su trabajo.

Cuidar estos tres engranajes nos ha llevado a superar diferentes etapas de crecimiento.
Hoy sería imposible dejarlos a un lado sin afectar el trabajo conjunto de toda la Iglesia.

Nada nos asegura que no tendremos percances en la ruta, pero hasta aquí hemos llegado con la ayuda de Dios y solo Él sabe dónde nos detendremos.
Mientras tanto lo invito a distinguir sus engranajes, cuidarlos, desarrollarlos, priorizarlos y así ver como su iglesia inicia un andar constante y sereno hacia nuevos desafíos.

Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert.

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Etapas de trabajo de una célula

Poner los pies en la tierra es uno de los desafíos más grandes para aquellos grupos que, con todo entusiasmo, hemos iniciado células en nuestras iglesias.

Todos sabemos el enamoramiento pasa rápido y enseguida se empieza a ver a aquellos que van por otra novia y los que transforman el enamoramiento en compromiso verdadero.

Hay muchos escritos que definen etapas de trabajo de una célula.

Éste es solo uno más e intenta abrirle los ojos al trabajo real que se tiene por delante cuando uno abre una célula.
Cuanto más claro veamos el trabajo más efectivo podremos ser en cumplirlo y esperar de Dios su Obrar de acuerdo a su inmenso poder.

Como Bien lo declara Marcos 4.26-29 en toda cosecha se necesita del trabajo humano y del Obrar de Dios.
Teniendo en cuenta que ÉL seguramente tiene claro cómo hacer «SU PARTE» intentaremos compartir pautas simples de cómo realizar la nuestra.

Nos puede ayudar a ubicarnos en la tarea por delante el pensar en 4 ACCIONES:

SEMBRAR / REGAR / CUIDAR / COSECHAR

Hemos descubierto que no es bueno saltear etapas.

Las personas necesitan de estos tiempos para crecer sanamente.

Sería bueno que nos armemos de paciencia para esperar el fruto verdadero y no esperar resultados fabricados (el hombre es fabricante, Dios da crecimiento).

Si usted tiene un grupo de célula deseoso de crecer aquí encontrará un mapa simple donde evaluar si su grupo está dispuesto a trabajar o la vida de célula es solo un castillo en el aire.

Allá vamos:

1) SEMBRAR

Hechos antes de la siembra (OPORTUNIDAD):

  • La semilla (el mensaje) está en nuestras manos.
  • La tierra (las personas) no está sembrada.

La tarea de sembrar (ACCIONES):

  • Descubrir necesidades de las personas y satisfacerlas.
  • Iniciar nuevas relaciones.
  • Ir a visitar personas.
  • Invitar a mis vecinos a comer a mi casa.
  • Orar por nombre por cada persona.
  • Dejar literatura en manos de las personas como un obsequio.

Hechos después de la tarea de sembrar (METAS DE ESTA ETAPA):

  • Muchas semillas fueron plantadas.
  • La Tierra fue sembrada.

Evaluación semanal para el grupo:

  • ¿Muchas semillas fueron plantadas?
  • ¿La Tierra fue sembrada?

2) REGAR

Hechos antes de regar (OPORTUNIDAD):

  • La Tierra está sembrada.
  • La tierra no está regada.

La tarea de regar (ACCIONES):

  • Visitas posteriores a la primera visita.
  • No dejar de IR semanalmente mientras nos reciban.
  • Continuar descubriendo necesidades y satisfacerlas.
  • Ser constantes con los más abiertos.
  • Oración insistente por estas personas abiertas.

Hechos después de la tarea de regar (METAS DE ESTA ETAPA):

  • La Tierra está regada.

Evaluación semanal para el grupo:

  • ¿La Tierra está regada??

3) CUIDAR

Hechos antes de cuidar (OPORTUNIDAD):

  • La Planta (persona que recibió la Palabra) ha nacido.
  • La Planta necesita cuidado.

La tarea de cuidar (ACCIONES):

  • Atención rápida a la planta que nació (Visitar a la persona durante la misma semana que aceptó a Cristo)
  • Verificar que la planta es la que sembramos (Verificar decisión correcta de entrega a Jesús)
  • Colocarle un tutor (Persona que esté a su lado constantemente)
  • Asegurarnos de que crece derecha (De acuerdo a la Palabra de Dios, en obediencia a los mandatos de Jesús e inspirada en el Espíritu Santo)
  • Iniciar Discipulado personal en su Hogar.

Hechos después de la tarea de cuidar (METAS DE ESTA ETAPA):

  • Fuimos hasta la planta y realizamos las acciones necesarias para que crezca sana.

Evaluación semanal para el grupo:

  • ¿Fuimos hasta la planta y realizamos las acciones necesarias para que crezca sana?

4) COSECHAR

Hechos antes de cosechar (OPORTUNIDAD):

  • La planta ha crecido y está firme sin el tutor.
  • Tenemos el fruto de esa planta.

La tarea de cosechar (ACCIONES):

  • Cosechar (ver) en esa planta los frutos de:
    Vida privada firme de oración y de Lectura de la Palabra de Dios.
    Obediencia a la Palabra de Dios (Bautismo, etc.)
    Victoria sobre el pecado.
    Integración con el cuerpo de Cristo.
    Vemos en la persona amor a Dios y al prójimo (Valores de un discípulo)
    Satisface las necesidades de los demás.
    Siembra la Palabra de Dios.
    Cuida a otros hermanos.

Hechos después de la tarea de cosechar (METAS DE ESTA ETAPA):

  • Tenemos fruto nacido de esa planta.
  • La misma Planta inicia el ciclo nuevamente.

Evaluación semanal para el grupo:

  • ¿Tenemos fruto nacido de esa planta?
  • ¿La misma Planta (la persona) inicia el ciclo nuevamente?

Este mapa del trabajo de cada célula nos ha servido de guía para ver una cosecha trimestral de 10 nuevos miembros durante 1 año y medio y 20 nuevas plantas en el último trimestre del 2002.

Estamos de acuerdo con Pablo de que «para participar de los frutos, hay que trabajar primero» (2da Timoteo 2.6).

Por eso iniciamos este año con el desafío de repetir esta cosecha de 20 plantas en cada trimestre de este año y ya estamos TODOS trabajando.

¿y usted?

Un abrazo en Cristo.
Tito Osvaldo Robert

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