Boletín Crecer Nro 101:“La parábola del sembrador”

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Plan Crecer para iglesias
“Y el sembrador salió a sembrar.” (Mateo 13.3)
Como aquel sembrador cada uno de nosotros sale cada mañana sabiendo que eso es lo que Dios ha pensado y diseñado para nosotros.
Cada uno de nosotros sabe que la siembra y la siega son procesos lentos, hasta aburridos, Dios sabrá porque. Los campesinos son personas de perfil bajo, ligadas al trabajo diario, a la perseverancia, a la honradez.
Pero resulta que mientras caminamos rumbo a los lugares donde debemos seguir trabajando aparecen los vendedores de recetas mágicas.
“Tengo una semilla mejor”.
Nos ofrecen una semilla que crece mas rápido que la normal, nos prometen que en poco tiempo tendremos miles de plantas creciendo de tal manera que no lo podremos creer.
Que importa su precio si nos asegura la cosecha más abundante que hayamos visto en nuestra vida. (O en todo tu ministerio)
Con esta semilla todo se genera como por arte de magia. Y de golpe tenemos miles detrás. Jesús no se empalagó con el caramelo de multitudes que venían a Él.
Él entendió que no tenía sentido tener multitudes que vienen solo porque reciben lo que buscan.
Por eso Jesús después de multiplicar los panes dice “crucemos al otro lado”  y prediquemos a una persona (el gadareno) y sigamos así con nuestra tarea, que no es quedarnos a entretener a 5000 personas sino seguir sembrando.
La semilla que nos están ofreciendo es 10 veces mas rápida y efectiva que la semilla común, genera resultados en muy poco tiempo y te asombrarás de lo que ocurrirá, pero…
Uno se pregunta, ¿cómo no se le ocurrió antes a Dios?
O será que no nos aguantamos trabajar nuestro carácter como el campesino y necesitamos salir a buscar resultados instantáneos porque la paciencia se nos agota.
Recuerdo al apóstol Pablo cuando nos decía “ No nos cansemos de…” y era porque evidentemente sentiríamos la tentación de buscar formas mas rápidas de generar crecimiento y abandonar el trabajo diario que generan los procesos.
“Te digo más, si aplicás al suelo y a la semilla una determinada combinación de acciones una tras otra en el momento oportuno los resultados serán mayores y la cosecha se triplicará. Por supuesto las recomendaciones te las daré personalmente, confidencialmente, no se las contarás a nadie y las obedecerás a rajatabla. Si no, no funciona.”  Así me dijo aquel hombre. Que extraño.
Ahora si que yo estaba en problemas, porque siendo un fana del crecimiento sano de la iglesia me ofrecían “la solución”.
Hasta que un día un sembrador de muy lejos pasó por mi campo, nos sentamos a charlar y él me contó su experiencia.
Él en su honestidad había aceptado aquella semilla creyendo que era lo mejor para su campo, y la sembró y vio los resultados y llevó a cabo cada recomendación y creyó que toda su vida entregada a un trabajo diario y basado en la perseverancia había quedado atrás cuando de pronto empezaron a ocurrir en su campo cosas extrañas.
Es cierto, la semilla producía lo que prometía, pero era nociva, dañaba el suelo fuera de la vista de aquel campesino, y cuando él quiso reaccionar el suelo estaba inutilizado. El daño era grave y las soluciones dolorosas.
Lo que parecía ser el cambio soñado le terminó enseñando lo que él ya sabía, que el trabajo del sembrador es lento, es diario, es paciente, es perseverante y que por sobre todas las cosas no es mágico.
Si había alguien capaz de producir crecimiento con rapidez ese fue Jesús y Él no aceptó tener muchos que lo sigan “a su manera”  sino algunos que lo acompañaban día a día tomando sus cruces.
Si alguien tenia capacidad para multiplicar iglesias ése era Pablo y él no nos deja ningún ejemplo de comprar métodos mágicos para hacer la obra.
Si Jesús tardó tres años es porque hay un proceso que experimentar como seguidores de Él.
Si aceptamos que en un fin de semana el “yo” ha dejado el trono de nuestra vida
y nos volvimos santos nunca entendimos la carta a los romanos.
Si estamos aceptando métodos rápidos y mágicos tengamos cuidado porque somos responsables de esas personas, y daremos cuenta de ellas.
No estoy en contra de que generemos masas de cristianos, mientras tengamos claro “que cristianos”.
Lo peor que nos puede pasar como sembradores es que después de creer que sembramos manzanas y tengamos miles de ellas en nuestro campo, descubramos que son zapallos.
Pablo nos sigue diciendo “No nos cansemos, porque a SU tiempo segaremos, si no desmayamos” Gálatas 6.9
Tito Robert (Pastor)

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