Boletín Crecer Nro 196: Disciplina

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Toda visión tiene a disiparse. Todo visionario es propenso al desanimo. El trabajo duro que se comenzó con celo fácilmente se vuelve una pesada carga. El sufrimiento y la soledad hacen de su parte. El líder se siente poco reconocido en su trabajo y se cansa.
Aun los grandes líderes de la historia bíblica tuvieron defectos fatales. Noe, borracho. Abraham, arriesgar la castidad de su esposa. Moisés perdio la paciencia y se enojo. David quebranto cada uno de los mandamientos de la segunda tabla de la ley, adulterio, asesinato, robo, falso testimonio, codicia. Jeremias, la auto-conmiseración. Juan el bautista, la duda. Pedro, inseguridad.
Una de las cualidades distintivas del líder cristiano es la disciplina, no solo la auto-disciplina en general (el dominio de las pasiones, del tiempo y las energías), sino en particular la disciplina trabaja dia a dia esperando en Dios. Conoce su propia debilidad. Pero también conoce las inagotables riquezas de la gracia de Dios. Moisés busco a Dios. David confiaba en Dios como su pastor. El aposto Pablo agobiado, oyó a Jesús decirle “bastante mi gracia”.
Pero el ejemplo maximo siempre es Jesus. A menudo se dice que Jesus siempre estaba a disposición de la gente. Esa es una gran mentira que agobia a muchos lideres, no lo estaba. No permitía que lo urgente sustituyera a lo importante. Constantemente se alejo de las presiones y el fulgor de su ministerio publico, con el fin de buscar a su padre en la quietud de la soledad y volver a colmar sus reservas de fuerzas. El oro mientras ellos dormían.
Solo Dios es quien “da fuerza al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna”. “Quienes esperan a Jehová y confían en el pacientemente, tendrán nuevas fuerzas; levantaran alas como las águilas; correrán y no se cansaran; caminaran y no se fatigaran” Isaias 40.29-31.
Solo aquellos que se disciplinan a buscar el rostro de Dios son quienes mantienen viva su visión.
Debemos arrepentirnos de dos pecados especialmente horrendos.
El primero es el pesimismo, que deshonra a Dios y es incompatible con la fe cristiana. No obstante creemos en el poder de Dios: en el poder del evangelio de Dios para cambiar a los individuos y en el poder del pueblo de Dios (que actúa como sal y luz) para cambiar la sociedad. Debemos abandonar, pues, tanto el optimismo ingenuo como el pensamiento cínico, y remplazarlos con la sensatez y la confianza del realismo de la Biblia.
El segundo pecado del que necesitamos arrepentirnos es la mediocridad, y su aceptación. ¡Se ambicioso y aventurero para Dios! El mismo te ha creado y dado dones, y no quiere que su trabajo se desperdicie, su intención es que seas una persona realizada y no frustrada.
Su propósito es que todo lo que eres y tienes se extienda en su servicio y el servicio a los demás. Esto significa que Dios tiene un papel de liderazgo de algún grado y de algún tipo para cada uno de nosotros. Debemos, pues, buscar su voluntad con todo nuestro corazón, clamar a el para que nos de una visión de aquello a los que nos esta llamando a hacer con nuestras vidas, y orar pidiendo gracia para ser fieles. (No necesariamente exitosos) en la obediencia a la visión celestial.
Así, al fin de nuestros días podremos decir junto con el apóstol Pablo: “he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” y oiremos a Cristo decirnos aquellas palabras tan deseadas: “bien, buen siervo fiel”.
Estudios Basados en el Libro “La fe cristiana frente a los desafíos contemporáneos” de John Stott
Tito Robert
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